La
soledad me acogió en sus brazos, y me abrazó tan fuerte que casi me estrangula.
Pero de alguna manera me gusta estar sola. Me gusta el silencio, mi espacio y
mi tiempo.
A
veces me recuesto en la oscuridad, cuando todos duermen, y cierro los ojos
buscando dentro de mi. Y es ahí donde aparecen frente a mi los recuerdos de aquello
que alguna vez fue.
Otras
veces solo me suelto preguntas cual ametralladora que solo terminan de volverme
loca. ¿En qué me equivoque esta vez?
¿Qué hice mal? ¿Qué dije? ¿Qué pensé en voz alta? ¿Por qué me dejo de querer? ¿Por
qué me hacen daño una vez más? Hasta que mi cabeza se sacude y se deja de
presionar. Se aleja de preguntas sin respuesta y decide que las cosas pasan por
algo.
…
Han
pasado varias semanas, soy más feliz ahora que las ultimas dos semanas antes
del fin entre él y yo. Aunque a veces lo
recuerdo no lo extraño tanto como pensé que lo haría. Hoy se que fue lo
correcto alejarnos el uno del otro. Y volver al camino que me había trazado
desde un inicio. Un camino del que me desvié,
pues me deje llevar por la ilusión de creer amar a alguien.
Hoy me
aferro nuevamente a mi sombra, a las metas que deje en “stand by” y a los
amigos que descuide por un momento. Recuperé la cordura, mis pasos y las
sonrisa que regale sin esperar nada a cambio. Hoy no sufro más.