Los veintiséis...
a tan solo cuatro pasos de los tan temidos treinta. Temidos no por los
dos dígitos que lo conforman sino por lo que representan.
Estoy en esa
etapa de la vida en que las decisiones que uno toma marcaran totalmente el
rumbo del camino. De pronto uno descubre que el tiempo no ha pasado en vano,
que ha aprendido cosas que no están escritas en libros, que los problemas que
uno tenia de niño son una broma al lado de los que nos toca vivir ahora o mas
adelante.
De pronto ves a
tus amigos comprometerse, casarse, tener hijos – no necesariamente en ese
orden. Y te dices a ti mismo si eso algún día te pasara a ti, si tendrás la
misma suerte. Mientras siguen llegando lo partes, y te dedicas a acumular
vestidos de fiesta y comprar regalos de boda.
Dejas de asistir
a las discos porque tienes una recepción de matrimonio. Te empiezas a sentir
fuera de lugar en los antros a los que ibas, los cambias por bares mas
elegantes con gente cada vez mas vieja donde es raro ver a alguien hacer
papelones o tomar de más.
Tus amigas lucen
desesperadas intentando lanzar sus redes al primer hombre que se les cruce por
delante, pues dicen que se les acaba el tiempo en esta inventada carrera al
altar. Y yo solo me pregunto si vale la pena tanta desesperación y urgencia…