Estos últimos días mi vida se ha aferrado a una rutina que me fastidia, que ya no soporto. El solo hecho de tener que despertar a la misma hora todos los días, alistarme a la brevedad posible y subirme al auto por 40 minutos para llegar al trabajo a las siete de la mañana solo para hacer las mismas tareas todos los días, me tiene loca.
Quiero un nuevo trabajo, pero ni los 1000 y 1 CVs que he mandado me han conseguido una entrevista en los últimos meses. En el plano laboral me veo frustrada, sentada en el mismo sitio aferrada a mi computadora, a mis reportes y a mis útiles de oficina. Siento como si hubiera presionado un botón de piloto automático que hace mover mi cuerpo y mi vida sin que yo tome conciencia. Pues de lunes a viernes mi vida está programada para funcionar de cierta manera, mientras que llegado el fin de semana cualquier cosa puede pasar y estoy preparada para lo que se venga.
En el plano emocional no me preocupa no tener flaco, estoy viviendo mi soltería al máximo y disfrutando mi tiempo conmigo y con mis amigas. Pero a veces a uno le provoca poder contar con un hombre al lado, para abrazarse, para que caliente el otro lado de la cama y para darle un poco de acción a la vida. Por el momento no me quiero involucrar con nadie, pues quiero aprovechar mis casi 25 años al máximo y porque aun no me siento preparada para entregar mis sentimientos y emociones a otro. Pensaba en un “amigo con beneficios” y el chico del mar hubiera calzado perfecto en esa categoría si no fuera por algo que hace unos días me contaron.
Por ello he decidido que se deben cumplir mis resoluciones para este 2012 – aunque quizá lo escriba un poco tarde – las cuales son:
1. Encontrar un mejor empleo que me llene, me satisfaga tanto en lo profesional como en lo económico.
2. No enamorarme este año y vivir al máximo mi soltería. Hasta ahora todo va bien.
3. Viajar a otro continente.