domingo, 1 de diciembre de 2013

Los veintiséis...

Los veintiséis...  a tan solo cuatro pasos de los tan temidos treinta. Temidos no por los dos dígitos que lo conforman sino por lo que representan.

Estoy en esa etapa de la vida en que las decisiones que uno toma marcaran totalmente el rumbo del camino. De pronto uno descubre que el tiempo no ha pasado en vano, que ha aprendido cosas que no están escritas en libros, que los problemas que uno tenia de niño son una broma al lado de los que nos toca vivir ahora o mas adelante.

De pronto ves a tus amigos comprometerse, casarse, tener hijos – no necesariamente en ese orden. Y te dices a ti mismo si eso algún día te pasara a ti, si tendrás la misma suerte. Mientras siguen llegando lo partes, y te dedicas a acumular vestidos de fiesta y comprar regalos de boda.

Dejas de asistir a las discos porque tienes una recepción de matrimonio. Te empiezas a sentir fuera de lugar en los antros a los que ibas, los cambias por bares mas elegantes con gente cada vez mas vieja donde es raro ver a alguien hacer papelones o tomar de más. 


Tus amigas lucen desesperadas intentando lanzar sus redes al primer hombre que se les cruce por delante, pues dicen que se les acaba el tiempo en esta inventada carrera al altar. Y yo solo me pregunto si vale la pena tanta desesperación y urgencia…

jueves, 5 de septiembre de 2013

En el aeropuerto...


Santiago, una vez más estoy dentro de ti. Si no me equivoco, es nuestra tercera vez juntos, y ni te conozco. Solo he disfrutado recorrer un pedazo pequeño de ti, estancada en el aeropuerto esperando un vuelo de conexión. Solo te he visto a través de las ventanas de las salas de embarque o cuando sobrevuelo tu ciudad.

Casi cuatro horas me tomo llegar hasta ti, volando de madrugada. No he dormido y a consecuencia tengo la cara ojerosa, la cual intento ocultar bajo una fina capa de maquillaje sin lograr los mejores resultados.

Un café sin cafeína, que ironía, es mi desayuno a las 6.40am en el  Starbucks, siendo el único spot con wi-fi gratis en todo el aeropuerto. Ahora estoy recostada sobre un gran sillón de cuero al lado de Cau, mi compañera en esta nueva travesía. Ella duerme con los ojos cubiertos, la luz se cola por las ventanas y mis ojos no quieren cerrarse. Por el contrario estoy escribiendo mientras mis oídos escuchan "ghost" de Ingrid Michaelson. 

De pronto se sacude la ciudad, pienso que es un avión aterrizando. Pero es un largo temblor el que nos sorprende. Observo a la gente, nadie se mueve. No se si es porque están acostumbrados a los movimientos telúricos o es porque no saben hacia donde ir cuando esto sucede.

Llaman el número de mi vuelo, tiempo de abordar. Adiós Santiago, pasare por ti a mi regreso, pero realmente ansió conocerte mucho mas…



domingo, 30 de junio de 2013

¿Por qué ser mujer es tan complicado?


No lo digo sólo porque me encuentro en esos días del mes en que se aparece Andrés. Y la verdad que es un estrés tratando de buscar la comodidad cuando tienes puesto una toallita o un tampón. Siempre preocupada de los movimientos que realizas para no manchar la ropa. Cuando no viene en los días que tiene que venir una entra en pánico, empieza a alucinar lo peor. Y cuando viene sólo quieres que se vaya pronto. 

Y eso no es todo pues tenemos que hacer miles de cosas para vernos y sentirnos bien. Sesiones de depilación que se intensifican en los meses de verano. Depilación laser, depilación con luz y la rasuradora son algunas opciones para evitar el dolor del tirón con cera caliente, sobretodo en las partes de abajo. ¿A qué hombre le gustaría andar con una chica que tenga pelos en la axila ? Que levanté la mano al que le gustan las chicas con bigote o con las piernas peludas. No hay forma pues.

Arreglarnos el pelo es otro tema complicado. Ocultar las canas es un chancay de a veinte comparado con la odisea de las lacias por tener el pelo ondulado. Y el de las onduladas por mantenerlo alisado. ¿Por qué no podemos estar contentas como estamos?

Pero se viene lo más complicado. Cargar además de nosotras a otro ser por nueve meses, soportando la hinchazón en los pies, que la ropa no te asiente, con dolores, mareos y náuseas. La completa transformación de nuestro cuerpo. Y luego sorprenderlos a ustedes trayendo una pequeña personita al mundo.

Somos una montaña rusa de emociones, sensaciones y sentimientos. Somos como un volcán el cual no sabes cuando va a estallar. Somos como somos pero ustedes nos quieren igual. ¿O me equivoco?

martes, 11 de junio de 2013

De campamento en Carampoma-Japaní



Hacia tiempo que quería escapar de la rutina, y empezar una nueva aventura. Así que me 
decidí, y el sábado a las 7.30am ya estaba en la casa de L con Cau. Luego de acomodar las mochilas y el resto del equipo en Chitara, la camioneta de L, empezamos el trayecto.

La primera parada fue en un grifo en la carretera, donde nos encontramos con el resto de grupo que viajaba en otro camioneta. Siete personas en busca de nuevos caminos.  Una vez que las camionetas fueron alimentadas con el combustible adecuado, cargado con las provisiones necesarias y con los walkie talkie en mano, era momento de continuar con el recorrido.

Más de cuatro horas de camino, entre paradas para tomar fotos y preguntar a las personas más amables la dirección correcta. Pasamos Chosica, Santa Eulalia, Callahuanca, Huinco, Autisha, San Pedro de Casta y San Juan de Iris, bordeando las montañas que se tornaban cada vez mas verdes conforme nos acercábamos al destino. Hasta que por fin, después de conversar harto en el auto y disfrutar del increíble gusto musical de Cau, llegamos a Carampoma.

Un plato de arroz con huevo doble yema llenó de satisfacción nuestros estómagos y ya estábamos listos para adentraremos por fin en las montañas. Mochilas en la espalda empezó la caminata en altura.  Subir las verdes montañas, algunas tenían andenes y en otras pastaban las vacas mas hermosas.

Eran las seis de la tarde y todavía nos faltaba un kilometro de camino, pero el  frío empezaba a acercarse así como el sol a ocultarse. Así que empezó la odisea para armar las carpas donde nos refugiaríamos en la noche. Y digo una odisea, pues una de las linternas dejo de alumbrar muy pronto, y con solo una luz armamos dos carpas sobre un terreno que no era del todo plano.

El frío se hacia más intenso y perforaba mi cuerpo, pero no me importaba estaba feliz, maravillada. Los siete tirados sobre el pasto mirando las estrellas, alucinando con ellas. Nunca había estado tan cerca de las estrellas ni rodeada de tantas.

Un par de horas después, luego de comer un par de latas de atún con galletas, los siete nos refugiamos del frio al interior de la carpa. Un shot de Capitán Morgan nos hizo sentir nuevamente los dedos de los pies, y las carcajadas e historias hicieron la noche. Caímos rendidos, pero dormir profundamente es difícil, sobre todo si el lugar donde duermes esta inclinado hacia un lado. Los que dormimos hacia el lado derecho perdimos, pues bastaba que nos acomodáramos un poco para perder el sitio, ya que el que estaba al lado se rodaba.

El viento soplaba y parecía que alguien azotara la carpa, y con L terminamos hablando de dioses griegos a la madrugada. Y a las cinco en punto nos despertó el graznar de un burro. A las seis nos rendimos con el sueño y salimos a tomar desayuno y preparar nuestros cuerpos para bajar la montaña.

Fue muy divertido, te retas a ti mismo constantemente y conocí a cuatros personas maravillosas que hicieron de esta travesia aun más divertida. Pero también volví a conocer a mi amigo de siempre, a L. Y fue raro, pues hemos andando con el mismo grupo de amigos desde que nos preparábamos en la academia para ingresar a la universidad, pero recién este año siento que lo estoy conociendo de verdad. Y me alegra tenerlo como amigo, fue valiosa su presencia cuando en la ultima parte del camino mi cuerpo no podía mas. No se separo de mi y me dio fuerzas para llegar a la meta, y realmente se lo agradezco porque toda esta experiencia fue mística…