Amo el verano. Es mi estación favorita del año. Podría pasarme horas
contemplando el mar, observando como cambia de color al formarse las olas, y
como en un día soleado los rayos del sol se reflejan en el agua salada. Me
encanta que el mar nunca sea el mismo, que siempre se ve el final pero no el
inicio, o tal vez es el inicio lo que vemos y no el final.
Ola tras ola, mientras salpica la blanca espuma, el sonido me relaja y me
transporta a otro mundo. Termino soñando despierta, arrullada por su grandeza al
mismo tiempo que mis pies se mojan a sus orillas. Y aquí estoy ahora, a orillas
del mar, tendida sobre mi pareo de colores. Tengo el reproductor de música en
modo aleatorio y justo ahora me lanza a Bob Marley y “the sun is shining”.
Simplemente perfecto.
En este momento quisiera que hubiera menos gente en la playa y desnudar mi
cuerpo para que el sol me caliente esos lugares donde solo algunos hábiles han
llegado. Y cuando el calor empiece a consumirme nadar en el mar, luchando contra las poderosas olas y
desapareciendo en el horizonte.
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